a la puerta de un rico avariento
llegó Jesucristo y limosna pidió
y en vez de darle una limosna
los perros que había fue y se los azuzó
y Dios permitió
que los perros murieran de rabia
y el rico avariento pobre se quedó
quiso demostrar
que tan sólo las puertas del Cielo
tan sólo las abría la santa humildad