En sus brazos
en sus brazos llevaba María
al Rey de los cielos huyendo a Belén
Muertecito de pena y fatiga
sin gota de agua que podé bebé
En un huerto entró
y a su dueño que era un probe ciego
por una naranja la vista le dio
La grandeza
la grandeza que encierra ese libro
que ha dejao Cristo a la Humaniá
Con sus letras tan claras y tan bellas
predicando en ellas la santa igualdad
Dice en un renglón:
le darás de comé al habriento
y vestir al desnuo si quieres perdón
Una tarde
una tarde en Santo Domingo
rezando el Rosario la tierra tembló
Sus paeres crujieron de pronto
y la risa que allí había se aparalizó
Dios consiguió
que esa es la Casa Santa
y en ella entra con fe y devoción